Mundo Otaku

☠️ Hanzo de la Salamandra ☠️

¿Qué ocurre cuando un hombre decide convertirse en un mito viviente… y termina respirando la misma muerte que engendró?

Hanzo de la Salamandra con su máscara en pose dominante, envuelto en una atmósfera tóxica y sombría

☠️ El Hombre que Respiraba Veneno ☠️

Antes de que el mundo shinobi aprendiera a temer a los Akatsuki, antes de que la Hoja y la Niebla moldearan sus guerras en las sombras, existió un hombre cuya simple presencia sellaba el destino de todas las batallas: Hanzo de la Salamandra. Un guerrero que no nació con un don… sino con una maldición en la sangre.

Desde niño, su aldea descubrió que su cuerpo secretaba un veneno tan letal que podía matar a un escuadrón entero con un solo aliento. Los demás niños no jugaban con él; los adultos evitaban mirarlo. Hanzo aprendió a vivir en un silencio asfixiante, acompañado solo por el eco de su propia respiración tóxica. Con el tiempo, en lugar de temerlo, comenzó a venerar el veneno. A pulirlo. A convertirlo en un arma tan perfecta que incluso los dioses la mirarían con recelo.

Su máscara no era un accesorio: era la frontera final entre la vida y la muerte. Bajo ella, Hanzo dejó de ser humano. Se transformó en un espectro que caminaba entre cadáveres, un heraldo del fin. Las salamandras que lo acompañaban eran extensiones de su propio odio, fragmentos vivos de la ponzoña que latía en su corazón.

Fue él quien bautizó a los tres Sannin, no como un acto de respeto, sino como una burla cruel: “Si sobrevives a mi veneno… quizás merezcas un nombre.” Esa noche, las nubes lloraron sobre los campos de Amegakure mientras Hanzo reía detrás de su máscara.

Pero la gloria es un veneno aún más lento. Hanzo comenzó a obsesionarse con el control absoluto. Traicionó aliados, aplastó rebeliones, y convirtió su aldea en un laboratorio viviente de sufrimiento. Cada resistencia era sofocada con un gas más denso, cada grito se mezclaba con el sonido metálico de su respirador. Los niños crecieron sabiendo que no podían escapar del hombre que respiraba la muerte misma.

El hombre que nunca fue amado terminó como el tirano que nadie se atrevía a odiar abiertamente. Cuando cayó a manos de los nuevos dioses, su último pensamiento no fue de redención ni arrepentimiento. Fue de decepción… porque la muerte no sabía a veneno. Sabía a vacío.

☠️ Dato Prohibido ☠️

Hanzo guardaba en su santuario un pergamino con los nombres de todos los que había envenenado. Nunca lo leyó en voz alta… porque el único sonido que amaba era el de su propia respiración.

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