Hubo una época donde la niebla no ocultaba aldeas… ocultaba masacres. Allí nacieron ellos: los siete que no portaban espadas, sino maldiciones afiladas. No fueron elegidos por honor ni lealtad. Fueron elegidos por su sed de sangre.

Los Siete Espadachines de la Niebla no eran un escuadrón. Eran una advertencia. Cada hoja era única, cada portador aún más temido. Desde el filo que cortaba sin tocar, hasta la hoja que explotaba con carcajadas, sus armas eran leyendas y sus nombres, susurros prohibidos.

Se entrenaban entre cadáveres. Su examen final: asesinar a sus propios compañeros. Su legado: mutilación, traición, tortura. Eran símbolos de una era donde la piedad era un error y la crueldad, una virtud.

Esta sección no solo honra sus hazañas… las disecciona. Aquí no encontrarás héroes, sino verdugos. Y detrás de cada espada, una historia tan afilada como su acero.

¿Te atreves a recorrer el sendero carmesí donde cada paso resuena con gritos de víctimas olvidadas?